sábado, 14 de diciembre de 2013

Una carta hacia mi yo melancólico

No, hoy no, hoy no te daré el placer de que escribas cosas tristes, hoy no te daré el placer de alimentarte de mi, de humedecer mis ojos, de angrandecer mis demonios, de revivir mis recuerdos y hacerme sentir nostálgico.


Cambio de dirección este día, te dejo en la cama, te dejo dormir por un buen rato; no te llevaré conmigo porque sin que te dieras cuenta, vertí un poco de cianuro en tu café, claro, para que no supiera tan amargo le agregue también unas gotas de felicidad, calenté el agua del café con días soleados de verano:  esos que tanto te molestan, no te mataré; no te mereces la muerte aún, sólo te dejaré en coma por un par de días, meses, años, el tiempo necesario para no recordar esa canción que te gusta tanto cada vez que me pongo mal, el tiempo que haga falta para que me duelan las mejillas de tanto sonreír, el tiempo que necesito para que regrese el brillo a mis ojos, para que dejen de dolerme, para que pasen de ser un negro oscuro con la profundidad de un abismo a llegar a tomar un color café y que sirva como un espejo en el que se reflejen las personas cuando me miren directamente.


No es que ya no te quiera conmigo, pero en estos momentos no me sirves para nada más que para seguirme recordando el pasado, dejándome sin disfrutar el preciso presente. No sirves para nada más en mi vida por ahora, te vendré a visitar de vez en cuando, te lo prometo, te traeré música instrumental y algo de jazz, no te dejaré morir, aunque en esa cama te ves bastante bien ahora que lo pienso, te ves bastante cómodo. Algún día tengo que regresar por ti, tengo que seguirte contando mis tristezas, tengo que desahogarme de vez en cuando, pero eso vendrá después, por el momento no tengo nada que contarte, no tengo absolutamente nada que ofrecerte más que historias de amor prestadas y esas no te gustan.

Te dejo aquí un tiempo, sé que aguantarás, sé que algún día tendrás que regresar conmigo y tendré que cargarte a todas partes, sé que este lado lleno de vida no durará por siempre, pero, mientras dure él te cerrará las puertas y ventanas cada vez que intentes entrar y dejará que te quedes solo bajo la lluvia. 

viernes, 13 de diciembre de 2013

Sólo te quiero decir que...

Muchas veces te suelo escribir diciendo que mis palabras no tiene alguna dedicatoria, muchas veces te sueño, te pienso a todas horas, mi mano te busca, mis labios anhelan la miel de los tuyos, mi boca se va sintiendo sola poco a poco, mis labios de resecan y de ellos cuelgan pequeñas partes de piel que se quieren suicidar; se van poniendo cada vez más duros, cada vez más ásperos, cada vez más fríos y no estas tú para sanarlos, para acariciarlos lentamente o para simplemente arrancar aquellas partes de piel suicidas y con pequeños besos ir sanando mis heridas. 
Muchas veces mi otro yo te busca y no se cansa de hacerme sentir más miserable, de repetirme que no estás y que probablemente no vuelvas a estar en un futuro y solo me quede con las hojas muertas del pasado. 

Te seguiría escribiendo toda la noche, todos los días, todas las madrugadas de insomnio, pero, probablemente te hartarías de leerme, pero probablemente escribirte sea inútil. Probablemente en estos momentos te encuentras bien junto a alguien; viviendo el presente, planeando tu futuro con él, olvidándote cada vez más de mi, dejando a un lado nuestro pasado y lo que algún día fueron los mejores momentos de mi maldita vida. 

Aunque ¿sabes? realmente no sé la intención que tengo al escribirte, ni sé porque razón trato de llamar tu atención, no sé porque adelante de mi sólo veo niebla y atrás de mi veo un bonito atardecer; trato de ir hacia atrás, pero de pronto ese lindo amanecer se convierte en una cruda noche y todos mis miedos salen de la tierra, listos para enterrarme vivo. No sé que sentido tiene tratar de ser escuchado por alguien que se hartó de lo que escribo, alguien que me dejó a mi suerte, alguien que dibujó tantas sonrisas en mi, pero finalmente no sirvió de nada porque cuando se fue cobárdemente decidió arrancarme cada una de las sonrisas que me había proporcionado. 

No sé lo que estoy escribiendo en estos momentos, no sé que soy o quien llegue a ser para ti, miro al espejo y no me reconozco; luzco tan infeliz, tan lleno de odio y con unos ojos que quieren llover porque han tenido muchos meses de sequía; no, no es eso, si sé quién soy, y sé lo que quiero decir con todas estas palabras tan vanas y tan inútiles, y me es tan difícil pronunciarlo, me es tan difícil gastar letras para decírtelo, en fin, acabemos con esto; me terminaré de echar el último puñado de tierra diciéndote: te extraño.

jueves, 12 de diciembre de 2013

¿Cuánto?

¿Cuánto tiempo más?
¿Cuánto tiempo quieres esperar para darte cuenta que esto ya no funciona?
¿Cuánto tiempo tiene que pasar para que nos termine de doler más este final?
¿Por cuánto tiempo haremos como sí esto todavía tiene solución?
¿Hasta cuándo pondremos excusas para no hablar? 
¿Por qué no queremos que esto termine pero, no hacemos nada para impedir que llegue a pasar?  
¿Cuánto tiempo nos falta? Una semana, un mes, días quizá. 

Y es que si, lamento decírtelo de esta manera, pero, ya no eres la misma persona que conocí aquel 4 de marzo, ya no tienes la misma sonrisa dulce, ya no te hago reír como antes. Ninguna de mis palabras hacen que esa sonrisa que tanto amaba reviva. 
No tienes la misma mirada, ni el mismo brillo en tus ojos, no posees la misma felicidad que aquel día en que este ser inseguro se acercó a ti y te pidió una oportunidad; le temblaban las manos, sentía una explosión de sentimientos dentro de su estómago, tenía tanto miedo a no ser lo que tú estabas buscando en alguien, a no ser el chico ideal para ti; porque seamos sinceros: ¿alguien como tú fijándose en una persona como yo? pero sin embargo, lo intente; mis labios pronunciaron ese tan aclamado: me gustas. Y tú solo sonreíste; erizaste mi piel posando tus labios sobre los míos, tocando mi mejilla y haciéndome sentir todo lo que la poesía nunca podrá llegar a expresar, con una mirada supe que quería estar contigo todo el tiempo; quería enamorarte cada día, tal vez caerle bien a tus padres, respetarte, cuidarte, tomarte de la mano. Supe que todo era real, que no eras un sueño, ni una ilusión; en ese momento supe que quería demostrarte que yo podía llegar a ser la persona indicada para estar contigo. 

¿Y sabes? Creo que hemos intentado salvar esto tantas veces que nuestras heridas no han sanado del todo, que ahora más que nunca nuestros fantasmas vuelven a aparecer, que ya no hay nada que podamos salvar mas que los recuerdos de los momentos felices que pasamos, los sábados en la tarde a tu lado, los domingos en los que te extrañaba, los lunes de darnos todo el amor que no habíamos recibido el fin de semana. 
...
He visto como él te hace reír, como está cada vez que la necesitas, cada vez que tenemos un problema. He notado como sonríes cuando tu boca pronuncia esas seis palabras. He notado que ahora incluso le tienes más confianza que a mi, que tal vez te mueres de ganas por probar sus labios, por rodear su cuello, o que te gustaría estar con él en vez de leer esto que te escribo.

Sé que hay una espacio vacío que él podría llenar. 
Y te lo digo porque se nota el brillo en tu mirada casa vez que se acerca a ti; cada vez que te dice cosas al oído con la intención que yo no escuche de lo que están hablando e instantáneamente provoque una sonrisa en ti, se nota cuando sueltas mi mano cada vez que él te ve o te está viendo.
Yo no soy nadie para seguirte obligando a este conmigo. Yo no soy nadie para impedir que seas feliz.  

Ve, corre, él te está esperando, tal vez en estos momentos está contando cada manecilla que gira en el reloj para volverte a ver, para preguntarte si todavía tienes novio. Sé que algún día encontraré a alguien que de lo mismo que yo, alguien con las más tristezas que yo, alguien que no guarde silencio ante las cosas que importan. Tengo la pobre esperanza de que eso suceda algún día. 

Quiero encontrarte en la calle y me preguntes que cómo estoy, qué ha sido de mi; y entonces te contestaré: estoy bien, he encontrado al amor de mi vida y realmente soy feliz. 
Mientras esto sucede por favor no quiero saber un buen tiempo de ti, no te molestes en llamar. No te molestes en tratar de darme una explicación.

Sólo sé feliz, yo por lo mientras trataré de mantenerme con vida.

viernes, 6 de diciembre de 2013

Te olvidaste de mi

Los días cada vez se mueren más rápido, las flores se marchitan y se convierten en parte del viento, los niños no salen a la calle a jugar, las personas no bailan bajo la lluvia, los carros son manejados por personas suicidas: repletas de estrés, con miedo de llegar tarde al trabajo. Hoy las calles están  solas, vacías, repletas de silencio, con una atmósfera pesada, con falta de aire, hoy noto tu ausencia más que nunca, hoy aquel ser feliz que algún día divisé en el reflejo de un viejo comercio clausurado; se ha convertido en un reflejo de un ser sin ganas de vivir, con una mirada agachada, con miedo y múltiples cambios de humor.

Hoy noto que no estás a mi lado, hoy la vida se matiza de un tono gris y siniestro. Hoy mi mente me grita que no estás a mi lado, mi mano busca la tuya sin tener algún resultado, mi boca manda un suspiro al aire para encontrar tu oído, te busco; entre todas la gentes te busco, te llamo desesperadamente.
Me quedo los fines de semana en casa sentado al teléfono con tentación de que en cualquier momento suene y escuche tu voz de nuevo. Marco a números desconocidos con la intención de comprobar que mi teléfono no sirve y por eso no me han llegado tus llamadas; pero al escuchar el palpitar de aquel sonido repetitivo y desesperante sé que sirve a la perfección. Busco tu nombre en el directorio, no te encuentro, la presión hace que comience a sudar; mis ojos poco a poco desaparecen de este mundo y se van cerrando. Y entonces apareces, te encuentro, corro hacia tí, te acaricio, te abrazo, te beso, y , al irme alejando poco a poco aún con los ojos entre abiertos te has desaparecido. Me despierto y me doy cuenta de que todo fue un sueño.

Hoy no estás conmigo, te fuiste pero se te olvidó llevarte contigo los recuerdos, se te olvido llevarte el sabor de tus labios, se te olvido llevarte todo  el dolor que hoy en día me consume, se te olvido quitarme tu olor; se te olvido no llevarme contigo, se te olvido incluirme en tus planes, se te olvido las
promesas que me hiciste, se te olvido borrar de mi mente tu mirada.

Te olvidaste de mi

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Sin alguna jodida dedicatoria

Te doy mi vida, mis sonrisas, te doy todo mi tiempo, mi atención, te doy estos labios desgastados y rotos, te doy mis ojos llenos de nubes que no han llovido durante mucho tiempo, te doy mis suspiros, te doy mi alegría, te doy mi mente; arráncala de mi cabeza, destruye mi cuerpo, haz lo que quieras conmigo; pero por favor quédate. Aunque sea tan solo un instante, jódeme la vida; pero quédate tan solo otro rato. 
Dime que me odias, que ya no te hago reír como antes, que preferirías estar con cualquier otra persona menos conmigo, que no quieres construir una vida junto a mi, que no me vez en tu futuro, que fui un amor fugaz que pasó lo tu vida; que no fui tan importante como tú lo fuiste en mi vida. Dime cualquier cosa, no me digas nada, arráncala lo poco de vida que me queda.

Haz todo lo que quieras con este pobre ser tan necesitado de amor, de atención. Soy tan masoquista que me quiero quedar contigo aunque me duela cada palabra que salga de tu boca, aunque me duela tu falta de interés. 
Me dueles cada vez más, me duele cada cosa que te escribo, cada puta dedicatoria, cada vez que me dan ganas de tirarme al vacío, de estrellar mi cabeza contra el muro.  Pero me dolería más tu partida, tu ausencia, que algún día me faltarás y te llevaras una gran parte de mi contigo.

Quédate conmigo sólo un tiempo más por favor. 

martes, 3 de diciembre de 2013

Te propongo

Este día olvidémonos de todo. 
No pienses en nuestro futuro, no pienses en lo que serán  de nosotros, no te preocupes de lo que pasará contigo y conmigo cuando seamos más grandes.
Este día sólo quiero que nos olvidemos de todos los problemas, de las discusiones, de nuestras múltiples diferencias. 
Quiero que dejemos todos nuestros demonios bajo tierra, quiero que mates a mis tristezas con besos,  que remplaces mi odio con tu afecto. Hoy no quiero que ninguno hable del pasado; mandemos todo eso al carajo y vivamos el hoy. Enamorémonos cada día, bésame como sí fuera necesario el sabor de tus labios en los míos, tomémonos de la mano y recorramos juntos el mundo, besémonos debajo de cada árbol, de cada estrella; que la luna sea nuestra cómplice y nuestro pretexto. 

No quiero estar a tu lado y sentirte lejos, no me quiero sentir solo, no quiero que mires a otra persona que no sea yo, no quiero perderte, no quiero que me eches en cara mis errores. No quiero vivir esta vida sin ti.

Quiero que me mires, que me escuches; mírame, hipnotízame con esas miradas en las cuales me pierdo y encuentro, aquella que mira mis labios dulcemente y sin decirme nada me piden un beso, con esos ojos hermosos que cierran sus puertas cada vez que te beso, con esos ojos que conozco perfectamente; con los cuales he tenido tantas conversaciones. 

Te propongo que este día nos olvidemos de todo, que creemos un mundo en el cual sólo seamos tú y yo, en el cual lo único que realmente importe sea ser feliz, que el mayor miedo sea que no dibujemos sonrisas en nuestros rostros, que los besos sean indispensables para que no nos quedemos sin aire. Los dos podemos salvar esto todavía, somos personas bastante maduras para encontrar una solución, para platicar afuera de tu casa todo lo que nos molesta y desagrada de la otra persona, para hablar de nuestros problemas y ver si realmente son problemas.

Te pido este atardecer, te pido que hablemos cara a cara, mirándonos el uno al otro a los ojos. Te pido solo un instante. 
Si todavía no quieres hablar conmigo y piensas que todo está perdido, que no hay salida en esto; permíteme tan solo unos minutos a tu lado. Si no podemos salvar esto al menos quiero que terminemos esta historia bien, que cerremos ese círculo que abrimos, que no dejemos nada inconcluso. 
Si decides dejarme, por favor no me busques, no me hables, ni si quiera preguntes cómo me va, no me extrañes, no me pidas que te siga hablando, no me digas que podemos quedar cómo amigos de nuevo porque podemos ser todo; menos amigos. 

No leas nuestras conversaciones, aléjate y buen tiempo de los lugares que solíamos frecuentar, no busques pretextos para verme. 
Si no quieres aceptar todo el amor que tengo planeado darte, por favor olvídame.

Si piensas que no hay solución para esto no trates de buscar una, no te preocupes, no voy a obligarte a estar conmigo. Y sí, me va a doler que me dejes, mi melancolía tratara de hundirme, mi soledad de nuevo de convertirá en mi compañera. Pero no es nada por lo cual te debas preocupar, te prometo que estaré bien. En caso de que no lo esté no trates de ayudarme. 
Sólo no me hagas sentir más miserable, agarra tus cosa en silencio y sal por esa puerta; solo te digo que una vez cruzada esa puerta no hay marcha atrás.
Sólo te quiero decir que no te arrepientas de la decisión que tomes este día. 
Que pienses que delante de ti puede estar el ser más inestable, melancólico y algunas veces raro, pero que también podría ser el amor de tu vida y hacerte feliz haya que tu corazón deje de latir y tus huesos se conviertan en parte del aire.
Si decides aceptar lo que te propongo basta con una llamada y un simple: ven.

sábado, 30 de noviembre de 2013

Hoy

Mis tristezas se dan unas vacaciones, mi melancolía se va de luna de miel con la nostalgia. 
Este día llueven sueños en la calle de la amargura, y mis demonios se esconden tierra,  este día no hay impedimento para poder sentir aquello que llaman felicidad, no existe algo que me impida que se dibuje una sonrisa en mi rostro.
Este día es uno de los o pocos en los cuales mi yo melancólico está descansando, en los cuales no quiere trabajar y prefiere quedarse en casa, prefiere quedarse en mi cama pidiendo otros diez minutos. 
Claro que existe un motivo por el cual aquel ser que suele escribir cosas tristes y sin alguna dedicatoria  de pronto pareciera que no existe; que se hartó de este mundo y en silencio, sin que nadie lo viera: tomó sus maletas y saltó por la ventana.
Al quedar mi otro yo en el olvido me reencontré con aquella parte de mi que había muerto en la niñez: a la cual le asombraba tanto descubrir algo nuevo, disfrutar de los pequeños detalles  de la vida, jugar con el único fin de divertirse, sin importarle el ganar o perder,  que no le importaba si fracasaba; él sólo quería intentar las cosas y ver qué resultaba, el que siempre sonreía ante cualquier adversidad y no le importaba nada más que intentar ser  feliz. 
Aquella parte sin miedo hoy salió del umbral, de las sombras y me saludó, estrecho mi mano con la suya  y le brotaron lágrimas de felicidad al abrazarle y decirme lo mucho que me extrañaba.
Hace tanto tiempo que no me sentía así, y por eso hoy quiero agradecerte; quiero darte las gracias por estar junto a mi cuando más lo he necesitado, por tomarme la mano en mis momentos de nostalgia, por ser mi compañera, mi amiga, mi inspiración, mi todo. 
Gracias por hacer que ese niño dentro de mi volviera a sonreír, a encontrarle sentido a la vida, a apreciar el valor de las persona, a confiar en ellas,  pero sobre todo por darle unas necesarias vacaciones a mis tristezas.